Bueno,
pues no ha estado nada mal, y me refiero a la temperatura que finalmente no ha
sido tan fresca como inicialmente se podía esperar, al recorrido que ha tenido
de todo un poco, y lo que ha estado muy bien ha sido la organización de
nuestros vecinos de Castalla, con sus avituallamientos, su refrigerio final con
latas de cerveza “a tutti plen” ¡abajo los prejucios!, su montaña ahí al lado
del pueblo, he incluso los resultados de
los escasos Teixe atletas montañeros desplazados al lugar; incluso algunos
corriendo -¿conocéis a un tal Bartolo?-,
al parecer por eso de la proximidad y de paso para acumular kilómetros cara a La Perimetral de Benissa,
por si ésta tuviera pocos. ¡Nos vamos a hartar!.
La
zona de salida y meta: súper. Deberían alquilarla para eventos en otras
localidades; despejada, con suficiente espacio para estacionamiento en sus
proximidades, idea genial la de colocar un par de sanitarios portátiles de esos
que cuando los ves te evocan los recuerdos de cuando se extendían por doquier
en obras en plena actividad y conciertos multitudinarios ¡cómo se les habrá
ocurrido?, aunque creo que a los atletas montañeros preferimos aliviarnos con
amplitud de miras. La entrega de dorsales rápida y limpia ¡vamos…! dan ganas de
estar recogiendo dorsal todos los días, en definitiva: sin un pero.
La
salida puntual, como toca, aunque al parecer para cumplir la distancia
homologada de esta prueba, de quince kilómetros y pico, tuvimos que empezar
haciendo el pico, por ello, nos colocaron a los ansiosos e inquietos corredores
a una distancia necesaria por detrás del arco de salida, con ello conseguían
dos cosas: como he dicho anteriormente completar la distancia enigmática de
quince kilómetros y pico, y por otro, evitar los empujones y atropellos
iniciales propiciados por la estrechez del mismo.
La
carrera de inicio rápida, propiciada por el terreno con algo más de kilómetro y
medio de asfalto, y alentados por el propósito de evitar atascos en las
primeras estribaciones montañeras a las que se accedían por una estrecha y
empinada senda, la misma por la que se hacía el regreso, posteriormente algo de
buena pista, y luego más senda bien señalizada, sin pérdida –palabra de
despistao-, luego más pista y senda, bajadas con algo de complicación técnica y
finalmente vuelta al tramo de asfalto, interrumpido brevemente por los mismos
metros de barranco que hicimos al inicio, para terminar con el kilómetro y
medio de asfalto con leve pendiente favorable, en el que posteriormente, todos
coincidían en que se les había hecho interminable –en el argot ciclista:
pestoso-.
En
resumen, si el objetivo con esta distancia, el precio de inscripción, el
recorrido, la bolsa de corredor, y el refrigerio final, eran aficionar a algunos
de los neófitos a estas pruebas; sin duda, lo han conseguido. Para desventura
de los que dejan las inscripciones para última hora. No tardará mucho el día en
el que se tengan que hacer las inscripciones de un año para otro (en la de
Sierra del Coto de este año se agotaron en escasamente dos semanas).
Los
resultados, los de esperar, Oscar Pérez demostrando que no es casualidad que
haya quedado primero recientemente en su categoría en la liga autonómica de
carreras de montaña, acompañado por los que como él, suelen estar delante. En
mi caso, mi intención era la de tomármela como un entrenamiento, ya que no sé
si estoy pagando los excesos del maratón de Segorbe, pero el caso es que llevo
dos semanas “de capa caída”, espero recuperarme en estos doce días que quedan
para La Perimetral.
¡Ya os enteraréis!.
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